sábado, 29 de diciembre de 2012

DEAMBULANDO

USKUDAR Y BEYOGLU, ISTANBUL
25 DICIEMBRE 2012

Las 8 de la manhana, paseo por Sultanahmet hacia Eminonu, me dejo llevar hacia dentro de Sultan I Ahmed Turbesi y Yeni Cammi. Qué barbaridad de belleza...
Espero en el ferry para pasar a Uskudar, el lado asiético.

Me pierdo ya por las tranquilas y silenciosas calles de Üsküdar. Hace sol, hay flores, fruta, estudiantes y abuelitas mirando a sus nietos jugar a través de las vallas de los coles.
Dejándome arrastrar de tienda en tienda de antigüedades (me enamoro de un despertador Made in Shanghai  con una gallina que picotea el suelo a cada segundo), llego a la explanada del ferry a Karakoy. Mucha gente que espera viste de negro.
Arranca el ferry. Desde el agua veo todas las mezquitas que se quedaron en la orilla mientras yo me perdía por las callejuelas.

Desembarco en Beyoglu, Europa, otro mundo y turistas de nuevo. Subo a Taksim... encontraré el pasadizo del pescado que descubrio papá al final del Cicek Pasaji... pero antes me como unas lentejas y un cuscús con pepsi (¿por qué sólo bebo laturcias cuando viajo?) por tres euros rodeada de universitarios sobre manteles de cuadros.
Ahora tengo pilas, huyo de Istiklal Cadesi, un infierno consumista que me recuerda demasiado a Madrid, deambulando por sus paralelas y pasajes. Allí, putas, travestis, puestos de pescado, tiendas vintage, saunas gays, restaurantes de postureo para modernos, libros de segunda mano, galerías cubiertas pseudo renacentistas, parroquias católicas hechas antes de ayer, vendedores ambulantes... y por fin, el callejón de papá (Baba Cadesi, le bautizo).

Salgo de esta algarabía, está atardeciendo, corro colina abajo a cazar el sol poniéndose. Todo me lo tapa y corro corro sonriendo. Me tengo que parar a bailar un ratito porque un chico toca el banjo y otro la trompeta y estan tocando "Wie mir bist du Schoen". ¡Sol, espérame! Y bailo y vuelvo a correr...

Y me he perdido.

Es casi de noche, no me quedan pilas en la cámara. Estoy perdida en una maraña de callejuelas llenas de ferreterías, tiendas de aparejos de pesca y hombres. Es precioso, decadente, las boyas cuelgan por todas partes con sus colores lavados por el agua del Mármara. En cada esquina, una pequeña cocinita portatil de carbon y un pescador braseando sus azañas del día.
Me pierdo, me pierdo, me meto en una antigua madrasa tomada por los muelles, los tornillos, las redes de captura, una parra invasora y las palomas. Un vendedor bombea agua para mí en una fuente y me dice: "Antique".

Y de pronto me encuentro, estoy a los pies del puente donde se pesca, entre Beyoglu y Sultanahmet, entre las dos Europas. Bendito Sol, se ha marchado pero ha dejado a la luz rosa esperandome. Las baterías de la cámara resucitan brevemente... podré llevarme puesta esta felicidad, esta belleza.

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