jueves, 17 de noviembre de 2011

Asturias, Todos los Santos, 2011


Desde el acantilado, sentada entre la paz y el silencio del oleaje asturiano, dibujo el Cabo Peñas.
Me envuelve un denso aroma a frío, un aire gris y plomizo que amenaza una lluvia que sólo llegará cuando esté bajo techo.
Mi compañero de viaje está tumbado sobre la roca, vigilando pacientemente el proceso de mi dibujo de la mano y del alma.
Mientras me espera, se va fundiendo con las rocas y con las plantas.
Cuando vuelvo mis ojos hacia él después de ir y venir cientos de veces del papel al paisaje y del paisaje al papel, se ha fundido tanto con el suelo que me cuesta encontrarle, casi desapareció.

(Después, nos re-materializamos comiendo gambas y bebiendo sidra).


jueves, 27 de octubre de 2011

Despedida


Fin de mi viaje, despedida de San Francisco, final del California Dreamin’.


Escribo este hasta luego desde mi ya segunda semana en Madrid. Sólo un hasta luego, porque el espíritu de este tiempo que pasé en tierras amarillas-blancas-grises y entre árboles verdes-inmensos-brillantes, ese espíritu sigue en mí.

Luisa, mi compañera de Colombia, me contó mientras observábamos el vuelo de un águila en el Monte Tamalpais, que los nativos americanos solían decir que el hombre no ve a los animales, sino que los animales se le muestran al hombre para que éste, al verlos, reciba un mensaje de la Naturaleza.

El espíritu de esa águila, de ese momento, de esa fuerza de la tierra, de todos esos olores, de esa armonía bajo mis pies, está atesorado en un sitio muy profundo de mí. Y al lado de ese sitio, hay otro espacio donde he guardado las sonrisas de la gente por la calle, su desconocimiento del estrés, su paz y su forma de mirar a los demás.

Hasta luego California. Tu brisa ha viajado conmigo hasta Madrid.

lunes, 10 de octubre de 2011

Burning man

Burning man ( http://www.burningman.com/) es un evento anual en medio del desierto de Nevada en el que, durante diez días, artistas, músicos y más de sesenta mil locos y locas, construyen una macro ciudad inmensa e instantánea con materiales y elementos venidos de todas partes del mundo.
Dentro del enorme recinto, no existe el dinero. Todo se consigue intercambiando unas cosas por otras: arte, comida, drogas, un colchón para dormir, crema solar... Sólo hay que pagar por el hielo.
Al final de la semana, todas las construcciones etéreas, los enormes templos de reunión, esculturas, autobuses customizados etc se queman o se devuelven a sus lugares de origen, en una peregrinación excéntrica y descontextualizada por todas las carreteras de USA.

Un mes después de esta locura, se celebra una fiesta callejera durante el día en San Francisco, donde se originó el primer Burning Man. La fiesta se llama Decompression y es una ayudita para la gente que vivió esa semana en el desierto y está encontrando difícil reincorporarse a la vida real...
Disfrazada lo mejor que he podido, atravieso la puerta que me da paso a un nuevo, fresco y hedonista San Francisco, la puerta a la indulgencia. Una mujer de unos 60 años envuelta en flores de papel y con una sonrisa radiante se lanza sobre mí, me da un abrazo fortísimo y me dice: "Welcome home!!". A partir de este momento, cada persona con la que me cruzo me sonríe y me contagio de esta felicidad en cada instante.
Locura colectiva, reencuentros y gente con una creatividad arrebatadora deseosa de compartir sus ideas y su diversión desenfrenada. Las drogas corren de mano en mano, la música acompaña las danzas libres y personales de todos y cada uno de nosotros. El fuego está en todas partes. Hay niños y señoras mayores en pelotas. Hay gente guapa, fea, alta, gorda, baja, de aquí y de allá. Todos felices, natural o artificialmente, pero felices.
A las 12 de la noche todos se vuelven a casa en un orden estricto y en silencio, como siempre. Sonriendo y en silencio.

miércoles, 5 de octubre de 2011

YOSEMITE NATIONAL PARK 3


Not so stupid.

En un autobús con una superficie no mayor de cincuenta metros cuadrados, dieciocho personas de distintas edades y orígenes, han viajado durante cuatro días y cuatro noches a lo largo de millas y millas de imponentes paisajes.

Y han encontrado el modo de comunicarse, de convivir en un autobús, de construir una pequeña comunidad temporal, de quererse de algún modo, de ayudarse mutuamente, de caminar juntos hasta las cumbres desde los más profundos valles.

Puede ser que el ser humano, al fin y al cabo, no sea tan estúpido.

YOSEMITE NATIONAL PARK 2



Stupidity.

Es en lo que más pienso durante este viaje. En las razones de la estupidez del ser humano.

Con una cascada de doscientos metros de altura atronándote los oídos, bajo una imponente puesta de sol tiñendo el cielo de colores inesperados, después de haberte pegado con la roca para llegar al punto más alto de una tremenda montaña, frente a la soledad de un desierto, a los pies de un árbol que podría albergar a tres familias, uno que sea mínimamente razonable debería perder toda su arrogancia. Debería asumir la insignificancia del ser humano, y aceptar que, de nuevo, nature doesn't wait for you.

Aquí en el Yosemite, mis pies desnudos se han conectado con toda la fuerza de la única verdad que existe y me he sentido absolutamente insignificante, totalmente prescindible... y completamente FELIZ.

YOSEMITE NATIONAL PARK 1


Uno de mis compañeros de viaje, Oliver, dice que está seguro de que los terremotos deben afectar mucho al estado de ánimo y al enfoque que los Californianos tienen de la vida. Porque lo que siempre pensaste que sería firme y fiable, tu sustento y lo único que existe, la Tierra, se sacude, y deja de ser fiable, sustento y firme.
En la cumbre del Lembert Dome, a 3.500 metros sobre el mar, el viento es tan fuerte que no oyes tu propia voz al hablar. Te empuja tan fuerte que, sin darte cuenta, te arrastra peligrosamente hacia el borde del bloque de granito.
Te podrías precipitar al vacío por la fuerza de la Naturaleza, tal y como los terremotos te roban el sustento.

lunes, 26 de septiembre de 2011

MY OLD FOLKS

Mis amigos viejos de todos los colores me dicen que van a fletar un avión para llevarnos a Madrid a un buen puñado de bailarines con experiencia. No se pueden creer que a nosotros nos falten chicos para bailar... aquí se pegan por las mujeres.


Y cuando bailas con ellos, con cualquiera de ellos, te sientes ligera como una pluma, y bella, y sonríes y ellos te sonríen y te vuelven a preguntar cuánto tiempo más te quedarás en San Francisco.

Y te dicen: "Libérate. Desmóntate. Déjate llevar", y entonces por fin tú dejas que la voz de esa negra en el escenario invada tus venas, que el canto del saxofón se meta bajo tu piel, que las explosiones de energía de la batería te arrastren al éxtasis... y bailas, bailas, bailas y sudas sudas sin parar, y te ríes, y tus amigos viejos no dejan que te sientes ni un momento. Do you wanna dance?

Y recorremos la ciudad todos juntos en autobuses llenos de locos que discuten y gritan, y nosotros llevamos el flow dentro. De bailar swing en el Golden Gate Park (http://www.lindyinthepark.com/), a un festival de blues en la calle Polk (http://www.polkstreetbluesfestival.com/), de allí a una jam session en el Swig bar ( http://www.swigbar.com/), y después a una fiesta de balboa en Le Colonial (http://lecolonialsf.com/). Y siempre hay música en directo, y siempre hay hombres grandes como montañas, con sonrisas grandes como montañas, que te agarran fuerte para que vueles, pero no tanto.



jueves, 22 de septiembre de 2011

HI 1



Imponentes acantilados, pueblitos donde el tiempo se detuvo hace siglos, fachadas de cartón piedra, tiendas de ropa interior de hace más de cincuenta años, mini ciudades de caravanas con ropa tendida, leones marinos, cervatillos cruzando la carretera, sol radiante, playas de kilómetros totalmente desiertas, surferos, depósitos de agua elevados del suelo, puentes de madera, curvas cerradas, gasolineras abandonadas, olor a marihuana, sorpresas detrás de cada giro de la carretera, gente amable, mejicanos por doquier, barbacoas bien organizadas en todas las praderas, gigantes sequoias de costa, bosques de eucaliptos altísimos, ranchos de 1857, vacas pastando junto al mar, agua muy fría, cascadas...

Boonville



Creemos haber llegado a Mendocino por la Highway 101. Seguimos las señales hacia un camping. Es de noche. Nos recibe un paisano muy borracho con una linterna. Me lleva a su caravana-hogar. Me ofrece un whisky. Relleno una ficha y le pago 20 dólares. No quiere ver mi pasaporte, no le importa quién soy. Buenas noches.

Planto la tienda en la parcela que me asignó. Alrededor, fuegos de familias y grupos de amigos.
En coche, vuelvo al pueblo por el que pasé por el camino, a ver la feria de las manzanas. Entre cheer liders y cowboys, en un hangar se exponen las manzanas más grandes, más rojas, más brillantes. Los tomates más enormes, más naranjas. Las calabazas obesas. Y maquetas del pueblo hechas con legumbres.
Me voy a dormir, hace muchísimo frío. Al final, me meto en el coche. No duermo mucho porque también hace frío en el coche.
Cuando despierto, descubro que estoy enmedio de un densísimo bosque de Redwoods, las sequoias de la costa, los árboles más altos del mundo. Doy un paseo. A los pies de los gigantes, hay prados umbríos de tréboles también muy grandes, a escala con los árboles. Mirando entre ellos, me encuentro uno con cuatro hojas... ¡A mi moleskine!

Luz


Luz es de Guadalajara. Regenta un Dinning junto a la carretera en la región de Sonoma, un lugar luminoso, blanco y tranquilo, condimentado con el olor de las tortillas y los tacos. Cruzó el desierto para llegar a la tierra de la libertad hace 28 años. Tardó 15 días. Los pies le sangraban, pero la esperanza era su alimento enmedio del calor y la sed. Ahora ha conseguido los papeles para traer a dos hijos que dejó en Méjico, y a su marido (aunque no tiene muchas ganas de que vengan y tener que dejar de hacer su vida).
Dentro de seis meses conseguirá el permiso para cultivar mota (marihuana) con fines terapéuticos. En Sonoma está lleno de hippies muy mayores (purito mugrosos, los llama Luz) que cultivan mota en sus jardines con fines terapéuticos... y están forrados.
Van a desayunar a su pacífico bar y se lo dejan, como dice ella, apestosísimo.
A las 4 cierra el bar y se va a pelar mota, es decir, a separar lo que se puede fumar de lo que no. Le pagan 230 dólares por cada libra (medio kilo). Gana 500 dólares en una tarde, mucho más de lo que gana con el bar.
Algunos de sus amigos americanos preparan contenedores llenos de latas de sardinas rellenas de mota y los meten en barcos con dirección a Acapulco. El narcotráfico funciona en las dos direcciones.
Nos regala una botella de vino a medias, nos enseña las fotos de su familia y los tacones que se pone para ir a la feria de las manzanas de Boonville.
A ella le gusta su vida y es muy feliz, no quiere volver a Méjico... al menos no antes de haber ganado el suficiente dinero con la mota.

NOTA: Éste es el sitio web oficial de la región de Sonoma: http://www.sonomavalley.com/

domingo, 11 de septiembre de 2011

Nature doesn't wait for you 2




El viaje desde el Death Valley al Sequoia National Park me lleva un día entero, entre bosques densísimos de pinos enormes, puertos de montaña con carreteras imposibles y desiertas e inabarcables praderas de hierba amarilla salpicadas de vacas. Todo es enorme aquí. Enorme.
Cuando llego al camping es casi de noche, sólo me da tiempo a ver las cascadas que crean la banda sonora del camping.
Me despiertan muy pronto los cuervos, las ardillas saltando de árbol en árbol y los nervios de pensar que un oso puede estar rondando mi tienda de campaña. Un ratito despues, me adentro en el Giant Woods, y empiezo a ver las primeras sequoias. Esto supera cualquier cosa que pudiera esperarme. Camino tres horas entre las bestiales criaturas, de 2000 y 3000 años de antiguedad. Siento que estoy en un lugar sagrado. Encontrar un oso dando un paseíto por allí me conecta aún más con el lugar.
Al volver a SF, atravieso el Bay Bridge y puedo ver la ciudad iluminada con sus edificios de oficinas, que hasta ahora habían pasado desapercibidos para mí. Mi visión de SF hasta ahora había estado muy pegada a la tierra. Quizás ahora empiece el despegue.
De momento me he encontrado un monopatín y estoy aprendiendo a usarlo. Con él llegaré lejos!!

Nature doesn't wait for you 1


8 de la mañana. Me despierto doblada en el coche despues de 10 horas conduciendo el dia anterior. Destino: Death Valley.
2 horas despues de descender desde los 400 metros hasta estar por debajo del nivel del mar y atravesar inmensas llanuras blancas rodeadas de cañones y cadenas de montañas de 4000 metros de alto, llego al punto de informacion. Hace 43 graditos de nada, y un sol de justicia. Duele el pecho al respirar.
Todo el día lo paso conduciendo por rutas salvajes, golpeada por el sol que no perdona cada vez que bajo del coche. Varias veces siento que me voy a desmayar. La presión es altísima, la luz abrasa los ojos. El paisaje es indescriptible y absolutamente bestial.
Paso todo el día deseando que una gran cantidad de agua helada me caiga del cielo, empaparme, quitarme la sed que siento hasta en las uñas de los pies.
A las 9 de la noche, después de un atardecer impresionante desde Dante's View, estoy saliendo con muchas ganas y los ojos saturados de belleza, hacia el mismo sitio donde dormí la noche anterior, fuera del desierto. Bajo del coche a comprar agua y, de pronto, una brutal tormenta se desata sobre mi cabeza y llueve. Llueve todo lo que llueve aquí en total a lo largo del año, todo en unos pocos minutos. Para mí.

martes, 6 de septiembre de 2011

MIQUI-MAUS (sunburnt)



Todos dicen que SF es un microclima, que el concepto de "verano" existe al otro lado de la capa de niebla y el frío que se te mete hasta los huesos. Ayer lo confirmé pedaleando a lo largo del Golden Gate Bridge y cuarenta kilómetros más allá, en un pueblito llamado Tiburón lleno de calma, casas caras y playas privadas.



Confirmo en mi piel que el verano existe en California. Con la brisa y a veinte grados, no sientes el calor ni el sol el tu piel. Hoy no puedo ni sonreir ni fruncir el ceño, estoy abrasada. Gabriela hierática.






NOTA: Hice taaaan bien la maleta que anoche, cuatro días después de salir de casa, tuve que hacer la colada... Travelite babe...

domingo, 4 de septiembre de 2011

RARO



Nadie se ríe por la calle y todo el mundo habla muy bajito. Hay una gran paz en todas partes, todo el mundo lleva la paz en su espalda.

El agua del Pacífico está tan fría que nadie se baña y la playa no es una PLAYA. La gente entra en el agua en fila de a uno, con un neopreno encima de otro detrás de un instructor, y nadan también en una fila paralela a la orilla, todos a la misma distancia uno del otro.

Hay un parque natural aquí al lado que se llama Muir Woods. Pues lo pronuncian Miur.

Entré en un supermercado a comprar fruta y tiritas. Fruta no había, pero de tiritas había una estantería llena. Como doscientos tipos de tiritas, enfrente de otra estantería repleta de vitaminas e ibuprofenos. No sé si acerté al elegir las tiritas... puede que no.

Dos chicas y un chico se quitan casi toda la ropa en el autobús mientras dan patadas al suelo. La conductora: What's wrong?. Ellos: Ants!. Ella: Ants in the bus?. Ellos: Ants on us!. Se monta un gran revuelo, la gente de cambia de asiento. Ellos siguen quitándose ropa y sacudiéndola, y pusoteando las hormigas imaginarias. La conductora les pide que se relajen, que así no puede conducir, que la están poniendo nerviosa. Todo el mundo se calma de nuevo y desaparecen las hormihgas imaginarias y vuelve el silencio.

Me quedo fascinada viendo un colibrí pequeñísimo batiendo las alas a toda velocidad y chocando con el cristal que encierra un invernadero de un jardín comunal en la colina de Fort Mason. Es un sitio mágico y silencioso, la gente trabaja en sus flores. Estoy atrapada viendo el colibrí y doy un paso involuntario hacia dentro del invernadero... he ido demasiado lejos. La tía más hippy del jardín me echa de allí. Me deja explicarle que sólo quería ver el parajito. Sonríe indulgente y dice: Oh! It's nice, it's super-nice!





lunes, 29 de agosto de 2011

A mis amigos


… empezamos a rodar por las estribaciones que hay delante de Oakland y enseguida llegamos a la cima y vimos extendida delante de nosotros a la fabulosa y blanca ciudad de San Francisco sobre las once colinas míticas y con el azul del Pacífico y la barrera de niebla avanzando, y humo y doradas tonalidades del atardecer.


Así era mi sueño de San Francisco. Añádase niebla, una niebla cruda que aumentaba el hambre, y los latidos de los neones en la noche suave, el clac-clac de los altos tacones de las mujeres tan bellas, las palomas blancas en el escaparate de una tienda de comestibles china…


Jack Kerouac. On the Road.


I’m gonna miss you… but I’m gonna LIVE.