lunes, 26 de septiembre de 2011

MY OLD FOLKS

Mis amigos viejos de todos los colores me dicen que van a fletar un avión para llevarnos a Madrid a un buen puñado de bailarines con experiencia. No se pueden creer que a nosotros nos falten chicos para bailar... aquí se pegan por las mujeres.


Y cuando bailas con ellos, con cualquiera de ellos, te sientes ligera como una pluma, y bella, y sonríes y ellos te sonríen y te vuelven a preguntar cuánto tiempo más te quedarás en San Francisco.

Y te dicen: "Libérate. Desmóntate. Déjate llevar", y entonces por fin tú dejas que la voz de esa negra en el escenario invada tus venas, que el canto del saxofón se meta bajo tu piel, que las explosiones de energía de la batería te arrastren al éxtasis... y bailas, bailas, bailas y sudas sudas sin parar, y te ríes, y tus amigos viejos no dejan que te sientes ni un momento. Do you wanna dance?

Y recorremos la ciudad todos juntos en autobuses llenos de locos que discuten y gritan, y nosotros llevamos el flow dentro. De bailar swing en el Golden Gate Park (http://www.lindyinthepark.com/), a un festival de blues en la calle Polk (http://www.polkstreetbluesfestival.com/), de allí a una jam session en el Swig bar ( http://www.swigbar.com/), y después a una fiesta de balboa en Le Colonial (http://lecolonialsf.com/). Y siempre hay música en directo, y siempre hay hombres grandes como montañas, con sonrisas grandes como montañas, que te agarran fuerte para que vueles, pero no tanto.



jueves, 22 de septiembre de 2011

HI 1



Imponentes acantilados, pueblitos donde el tiempo se detuvo hace siglos, fachadas de cartón piedra, tiendas de ropa interior de hace más de cincuenta años, mini ciudades de caravanas con ropa tendida, leones marinos, cervatillos cruzando la carretera, sol radiante, playas de kilómetros totalmente desiertas, surferos, depósitos de agua elevados del suelo, puentes de madera, curvas cerradas, gasolineras abandonadas, olor a marihuana, sorpresas detrás de cada giro de la carretera, gente amable, mejicanos por doquier, barbacoas bien organizadas en todas las praderas, gigantes sequoias de costa, bosques de eucaliptos altísimos, ranchos de 1857, vacas pastando junto al mar, agua muy fría, cascadas...

Boonville



Creemos haber llegado a Mendocino por la Highway 101. Seguimos las señales hacia un camping. Es de noche. Nos recibe un paisano muy borracho con una linterna. Me lleva a su caravana-hogar. Me ofrece un whisky. Relleno una ficha y le pago 20 dólares. No quiere ver mi pasaporte, no le importa quién soy. Buenas noches.

Planto la tienda en la parcela que me asignó. Alrededor, fuegos de familias y grupos de amigos.
En coche, vuelvo al pueblo por el que pasé por el camino, a ver la feria de las manzanas. Entre cheer liders y cowboys, en un hangar se exponen las manzanas más grandes, más rojas, más brillantes. Los tomates más enormes, más naranjas. Las calabazas obesas. Y maquetas del pueblo hechas con legumbres.
Me voy a dormir, hace muchísimo frío. Al final, me meto en el coche. No duermo mucho porque también hace frío en el coche.
Cuando despierto, descubro que estoy enmedio de un densísimo bosque de Redwoods, las sequoias de la costa, los árboles más altos del mundo. Doy un paseo. A los pies de los gigantes, hay prados umbríos de tréboles también muy grandes, a escala con los árboles. Mirando entre ellos, me encuentro uno con cuatro hojas... ¡A mi moleskine!

Luz


Luz es de Guadalajara. Regenta un Dinning junto a la carretera en la región de Sonoma, un lugar luminoso, blanco y tranquilo, condimentado con el olor de las tortillas y los tacos. Cruzó el desierto para llegar a la tierra de la libertad hace 28 años. Tardó 15 días. Los pies le sangraban, pero la esperanza era su alimento enmedio del calor y la sed. Ahora ha conseguido los papeles para traer a dos hijos que dejó en Méjico, y a su marido (aunque no tiene muchas ganas de que vengan y tener que dejar de hacer su vida).
Dentro de seis meses conseguirá el permiso para cultivar mota (marihuana) con fines terapéuticos. En Sonoma está lleno de hippies muy mayores (purito mugrosos, los llama Luz) que cultivan mota en sus jardines con fines terapéuticos... y están forrados.
Van a desayunar a su pacífico bar y se lo dejan, como dice ella, apestosísimo.
A las 4 cierra el bar y se va a pelar mota, es decir, a separar lo que se puede fumar de lo que no. Le pagan 230 dólares por cada libra (medio kilo). Gana 500 dólares en una tarde, mucho más de lo que gana con el bar.
Algunos de sus amigos americanos preparan contenedores llenos de latas de sardinas rellenas de mota y los meten en barcos con dirección a Acapulco. El narcotráfico funciona en las dos direcciones.
Nos regala una botella de vino a medias, nos enseña las fotos de su familia y los tacones que se pone para ir a la feria de las manzanas de Boonville.
A ella le gusta su vida y es muy feliz, no quiere volver a Méjico... al menos no antes de haber ganado el suficiente dinero con la mota.

NOTA: Éste es el sitio web oficial de la región de Sonoma: http://www.sonomavalley.com/

domingo, 11 de septiembre de 2011

Nature doesn't wait for you 2




El viaje desde el Death Valley al Sequoia National Park me lleva un día entero, entre bosques densísimos de pinos enormes, puertos de montaña con carreteras imposibles y desiertas e inabarcables praderas de hierba amarilla salpicadas de vacas. Todo es enorme aquí. Enorme.
Cuando llego al camping es casi de noche, sólo me da tiempo a ver las cascadas que crean la banda sonora del camping.
Me despiertan muy pronto los cuervos, las ardillas saltando de árbol en árbol y los nervios de pensar que un oso puede estar rondando mi tienda de campaña. Un ratito despues, me adentro en el Giant Woods, y empiezo a ver las primeras sequoias. Esto supera cualquier cosa que pudiera esperarme. Camino tres horas entre las bestiales criaturas, de 2000 y 3000 años de antiguedad. Siento que estoy en un lugar sagrado. Encontrar un oso dando un paseíto por allí me conecta aún más con el lugar.
Al volver a SF, atravieso el Bay Bridge y puedo ver la ciudad iluminada con sus edificios de oficinas, que hasta ahora habían pasado desapercibidos para mí. Mi visión de SF hasta ahora había estado muy pegada a la tierra. Quizás ahora empiece el despegue.
De momento me he encontrado un monopatín y estoy aprendiendo a usarlo. Con él llegaré lejos!!

Nature doesn't wait for you 1


8 de la mañana. Me despierto doblada en el coche despues de 10 horas conduciendo el dia anterior. Destino: Death Valley.
2 horas despues de descender desde los 400 metros hasta estar por debajo del nivel del mar y atravesar inmensas llanuras blancas rodeadas de cañones y cadenas de montañas de 4000 metros de alto, llego al punto de informacion. Hace 43 graditos de nada, y un sol de justicia. Duele el pecho al respirar.
Todo el día lo paso conduciendo por rutas salvajes, golpeada por el sol que no perdona cada vez que bajo del coche. Varias veces siento que me voy a desmayar. La presión es altísima, la luz abrasa los ojos. El paisaje es indescriptible y absolutamente bestial.
Paso todo el día deseando que una gran cantidad de agua helada me caiga del cielo, empaparme, quitarme la sed que siento hasta en las uñas de los pies.
A las 9 de la noche, después de un atardecer impresionante desde Dante's View, estoy saliendo con muchas ganas y los ojos saturados de belleza, hacia el mismo sitio donde dormí la noche anterior, fuera del desierto. Bajo del coche a comprar agua y, de pronto, una brutal tormenta se desata sobre mi cabeza y llueve. Llueve todo lo que llueve aquí en total a lo largo del año, todo en unos pocos minutos. Para mí.

martes, 6 de septiembre de 2011

MIQUI-MAUS (sunburnt)



Todos dicen que SF es un microclima, que el concepto de "verano" existe al otro lado de la capa de niebla y el frío que se te mete hasta los huesos. Ayer lo confirmé pedaleando a lo largo del Golden Gate Bridge y cuarenta kilómetros más allá, en un pueblito llamado Tiburón lleno de calma, casas caras y playas privadas.



Confirmo en mi piel que el verano existe en California. Con la brisa y a veinte grados, no sientes el calor ni el sol el tu piel. Hoy no puedo ni sonreir ni fruncir el ceño, estoy abrasada. Gabriela hierática.






NOTA: Hice taaaan bien la maleta que anoche, cuatro días después de salir de casa, tuve que hacer la colada... Travelite babe...

domingo, 4 de septiembre de 2011

RARO



Nadie se ríe por la calle y todo el mundo habla muy bajito. Hay una gran paz en todas partes, todo el mundo lleva la paz en su espalda.

El agua del Pacífico está tan fría que nadie se baña y la playa no es una PLAYA. La gente entra en el agua en fila de a uno, con un neopreno encima de otro detrás de un instructor, y nadan también en una fila paralela a la orilla, todos a la misma distancia uno del otro.

Hay un parque natural aquí al lado que se llama Muir Woods. Pues lo pronuncian Miur.

Entré en un supermercado a comprar fruta y tiritas. Fruta no había, pero de tiritas había una estantería llena. Como doscientos tipos de tiritas, enfrente de otra estantería repleta de vitaminas e ibuprofenos. No sé si acerté al elegir las tiritas... puede que no.

Dos chicas y un chico se quitan casi toda la ropa en el autobús mientras dan patadas al suelo. La conductora: What's wrong?. Ellos: Ants!. Ella: Ants in the bus?. Ellos: Ants on us!. Se monta un gran revuelo, la gente de cambia de asiento. Ellos siguen quitándose ropa y sacudiéndola, y pusoteando las hormigas imaginarias. La conductora les pide que se relajen, que así no puede conducir, que la están poniendo nerviosa. Todo el mundo se calma de nuevo y desaparecen las hormihgas imaginarias y vuelve el silencio.

Me quedo fascinada viendo un colibrí pequeñísimo batiendo las alas a toda velocidad y chocando con el cristal que encierra un invernadero de un jardín comunal en la colina de Fort Mason. Es un sitio mágico y silencioso, la gente trabaja en sus flores. Estoy atrapada viendo el colibrí y doy un paso involuntario hacia dentro del invernadero... he ido demasiado lejos. La tía más hippy del jardín me echa de allí. Me deja explicarle que sólo quería ver el parajito. Sonríe indulgente y dice: Oh! It's nice, it's super-nice!