Burning man ( http://www.burningman.com/) es un evento anual en medio del desierto de Nevada en el que, durante diez días, artistas, músicos y más de sesenta mil locos y locas, construyen una macro ciudad inmensa e instantánea con materiales y elementos venidos de todas partes del mundo.
Dentro del enorme recinto, no existe el dinero. Todo se consigue intercambiando unas cosas por otras: arte, comida, drogas, un colchón para dormir, crema solar... Sólo hay que pagar por el hielo.
Al final de la semana, todas las construcciones etéreas, los enormes templos de reunión, esculturas, autobuses customizados etc se queman o se devuelven a sus lugares de origen, en una peregrinación excéntrica y descontextualizada por todas las carreteras de USA.
Un mes después de esta locura, se celebra una fiesta callejera durante el día en San Francisco, donde se originó el primer Burning Man. La fiesta se llama Decompression y es una ayudita para la gente que vivió esa semana en el desierto y está encontrando difícil reincorporarse a la vida real...
Disfrazada lo mejor que he podido, atravieso la puerta que me da paso a un nuevo, fresco y hedonista San Francisco, la puerta a la indulgencia. Una mujer de unos 60 años envuelta en flores de papel y con una sonrisa radiante se lanza sobre mí, me da un abrazo fortísimo y me dice: "Welcome home!!". A partir de este momento, cada persona con la que me cruzo me sonríe y me contagio de esta felicidad en cada instante.
Locura colectiva, reencuentros y gente con una creatividad arrebatadora deseosa de compartir sus ideas y su diversión desenfrenada. Las drogas corren de mano en mano, la música acompaña las danzas libres y personales de todos y cada uno de nosotros. El fuego está en todas partes. Hay niños y señoras mayores en pelotas. Hay gente guapa, fea, alta, gorda, baja, de aquí y de allá. Todos felices, natural o artificialmente, pero felices.
A las 12 de la noche todos se vuelven a casa en un orden estricto y en silencio, como siempre. Sonriendo y en silencio.