martes, 9 de julio de 2013

Marruecos Enésimo

(del 3 al 7 de julio de 2013, puesta de largo del bro juan)


Poco puedo escribir yo sobre Marruecos.

Porque de la tierra en la que te sientes en casa, lo que querrías compartir serían menos las palabras… y más los olores, los sonidos, las sonrisas, los saludos, los sudores, los silencios, las llamadas de los imames desde los minaretes. 

Querría condensar en diez líneas un millón de saludos, merhaba, hat said, makei mushkil, unas cuantas risas, canciones que sonaban por cada esquina del gran Khaled como siempre, el olor a humo de la bulliciosa Jemaa el Fna, ese aturdimiento que provoca el calor y te lleva a perderte por calles nunca antes pisadas. 

Quisiera poner las manos de Zhora sobre cada uno de vosotros y que os regalara un masaje en el hammam, simultáneo con tres chicas marroquíes más, y las sonrisas pícaras entre ellas al verme tan blanca y tan tatuada…

Quisiera que recorrierais esas polvorientas carreteras repletas de gente en las cunetas yendo quién sabe a dónde, recorridos donde el tiempo se estira como chicle en una lentitud absurda que alterna con adelantamientos casi suicidas por puertos imposibles en el Atlas o camino de la playa de Essaouira. 

Y compartir el regalo de ver a mi hermano sorprenderse, cerrarse, abrirse, cerrarse, abrirse… hasta al final querer perder el avión y, de hecho, casi lograrlo. Jaja. Partidas de cartas interminables en la mitad del día donde sólo se oyen las chicharras que buscan una sombra para cobijarse.

Otra vez, Hám-dulilá, Marruecos detiene el tiempo para mí y me hace tantos regalos que Ryanair no me permite traerlos en la mochila y he de desmaterializarlos e incorporarlos al alma. Y así me ocurre, que en el Souk el Kebir un vendedor feliz de no venderme nada, asevera que he de tener antepasados marroquíes… y eso creo pues en mi alma tres días después aún resuena Aláaaaa-k-sbar.

 

Hasta pronto, nechaufu membaat, imshá-Alá.

(las fotos en http://www.flickr.com/photos/gabbibbi/)

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